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jueves, 23 de enero de 2014

¡Sí o sí!


Autora :  Doris Sánchez

Cada instante me pongo a pensar qué sería de mi vida sin un sentimiento interior tan fuerte que me obliga a arrastrarme hasta las posibilidades para levantar cabeza, y no es que me haya caído que va, es que la vida te va regando palos y más palos y aunque pongas una valla para protegerte en algún lado te toca, lo bueno de todo es empezar por revestir el corazón de una gruesa coraza a prueba de balas y  ¿cómo se consigue eso?  pues mira,  te haces de cuenta que tu madre te ha dado una palangana llena de habichuelas recién cogida en la finca, entre los granos habrá muchas picadas y hasta con gorgojos, otras llenas de tierra y cuando ya las tienes casi limpias viene ese muchacho de la porra y te la tumba y el trabajo lo ves rodar por el suelo, ¿qué vas a hacer? Podrías echarte a llorar, partirte de la risa, recriminar al intruso o con paciencia bajarte hasta el mismo suelo y volver a empezar en peores circunstancias, pero al final de todo  nada ni nadie te librarán de la tarea encomendada.  Así es como yo miro la vida, unas veces le pierdo el sentido, otras  casi entiendo el objetivo y en momentos puntuales razono tanto que casi me cuesta armar el enorme rompe cabezas porque en algún lado se habrá quedado una pieza.
No queda otra, hay que salir a flote, si los niños bien pequeños son tirados al mar y nadan como peces, no me vengas a decir que lo hacen porque nadaron 9 meses en el vientre de sus madres, lo hacen por ese instinto natural y casi impulsivo de  luchar por la supervivencia,  y si ya siendo adultos no tenemos claro el objetivo fundamental de la vida pues mira, mal que vamos.  Yo  entiendo que todos pasamos por procesos especiales, unos más sufridos que otros pero pensándolo mejor estoy casi segura de que de nuestra manera de valorar los acontecimientos será mayor o menor el sufrimiento, las cosas seguirán siendo del tamaño que la pongamos y  nos llegamos a olvidar que más adelante puede haber dejado de llover y tal vez volverá a brillar el sol, y si ya lo tienes hay que  disfrutarlo ya que  ¡solo se vive una vez! 

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