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miércoles, 20 de junio de 2012

Herencia Gitana


Autora   :   Doris Sánchez

En dominicana apenas había visto alguna vez en películas la vida de los gitanos, recuerdo siempre en carretas trasladándose de un lugar a otro, familias muy largas y unidas en la que los niños siempre adornaban cada estancia.  Los gitanos poseen como característica física principal esa abundante y lacia melena que exhibían con tanta gracia, el color moreno de su piel y la profundidad de sus miradas casi siempre con ojos oscuros y grandes con profunda mirada.
Mi primer contacto con esta clase tan trabajadora lo he tenido tan solo llegar a Galicia,  Vicenta es una señora gitana  muy educada y sobre todo sincera, que con su tienda en Milladoiro, Ames, me acogió como clienta y me dio unos privilegios y confianza sin conocerme de nada lo que creó fuertes lazos que al día de hoy se mantienen intactos.   Yo le decía que  ella era mi segunda madre porque mi madre estaba en mi tierra natal, con ella me desahogaba y sentía la necesidad de compartir aquellas cosas íntimas fueran buenas o no, con alguien tenía que hablar y liberarme un poco de tantos secretos guardados.


Algo que me une a esta gente es que ambos compartimos la devoción por la iglesia evangélica, que dicho sea de paso llegué a visitar varias veces y fruto de ese contacto aprendí a conocerles y hasta a entender sus tradiciones y costumbres, forma de vida y trabajo, sus reglas y normas y  hasta su manera de pensar y actuar.  Se cambió el carro de caballos por las furgonetas  pero la nueva generación desde hace tiempo tiene hogares establecidos que abandonan para ir a trabajar en los mercadillos  junto a sus parejas,  o  en tiendas ya instaladas trabajo que realizan conjuntamente con el cuidado de sus pequeños que podemos verles por los alrededores o durmiendo en la furgoneta o en coches para bebés, tal vez correteando y pasando el rato junto a los demás niños que allí acuden junto a sus padres.
Entre la mujer dominicana y la gitana puedo destacar  que poseen algunas cosas en común, sus altos   y sensuales tacones, el maquillaje  que siempre les acompaña  y lo entregadas que son como madres y esposas, con la diferencia de que las gitanas se casan con menor edad  que las dominicanas.  Deseo por esta vía rendir un homenaje a mi querida Doña Vicenta y a todos los gitanos en general,  porque he de reconocer su capacidad de supervivencia, de trabajo y de todas las cualidades que les acompañan e identifican, por el respeto que a pulso se han ganado por la defensa manifiesta de sus raíces y mantener viva la memoria de sus antepasados y amar a Dios por sobre todas las cosas.

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