Buscar este blog

viernes, 23 de diciembre de 2011

Papá, yo sigo tus pasos



Autora :  Doris Sánchez


Los padres tenemos una gran responsabilidad sobre nuestros hijos cuando son menores y aún no tienen la capacidad de decisión por el desconocimiento y la minoría de edad.

Jamás dejaré de mencionar aquel anuncio que tanto me gustara y que exhibió por mucho tiempo la televisión dominicana, en el que un padre iba con cuidado  sobre las piedras del pequeño riachuelo mientras decía a su hijo que iba detrás, hijo ten cuidado a lo que este le respondió "Ten cuidado tu Papá,  por que yo sigo tus pasos".

Cuando esos hijos ya son mayores y entienden que todo lo que hacen es correcto aún estén cometiendo un error detrás de otro, que venga alguien y nos dé a los padres una charla urgente sobre cómo cargar con la indignación y hasta decepción. Cómo decir a un hijo "te estás equivocando" sin que la sangre no llegue al río (es un decir latino). Si toda la vida hemos velado por lo mejor para ellos es posible que llegue el momento en que tengamos que enfrentarles para hacerles recapacitar en sus errores, valorar las cosas de la vida, las personas, el tener objetivos y porqué no? comentarnos sobre sus planes de vida o trabajo porque para ello somos sus padres independientemente de la privacidad que deben tener en sus asuntos más íntimos.

Comentaba con una amiga que para los padres los hijos siempre serán pequeños, a mi edad  sigo tan dependiente  de mi madre y escucho sus consejos tal vez con más atención que cuando  dependía de ella y vivía bajo el  techo que gracias a Dios adecuó  con amor para que  infancia  fuera más feliz.  De ella lo he aprendido todo hasta a reconocer mis errores,  la tengo  con vida  y con eso gano bastante y cuando ya no esté para darme esos consejos sinceramente lo pasaré muy mal.  Llevo  toda mi vida siguiendo sus pasos, copiando sus acciones y hasta las reacciones, cuando estoy triste necesito escuchar su voz igual cuando estoy contenta y algo tengo que celebrar, los padres  desempeñan un lugar importante en la vida de los hijos y difícilmente se apartan por propia voluntad.

Darles nuestro buen ejemplo es esencial, permitir que se miren en nuestro espejo es lo ideal siempre y cuando haya un buen referente que les sirva para que en el futuro sean mejores personas y  útiles a la sociedad, que lleguen a ser buenos y responsables padres y que trabajen para vivir  con el sudor de su frente.  Mi padre ya está fallecido y el día que mi madre me falte sinceramente necesitaré mucha fuerza de voluntad para no caer en el vacío  emocional, en una depresión o falta de ganas de vivir y hasta seguir luchando, andaré como un cometa que se ha ido en banda o un barco a la deriva porque ella y Dios son mi soporte   emocional de cada día.
 
Deja que seas padre o madre si aún no lo has sido, entenderás tantas cosas igual me sucedió en primera persona llegado el momento, esa expresión la escuché tanto de mi madre que hasta me llegó a aburrir, repetía y repetía sin parar pero ahora la entiendo  y doy toda la razón, es algo tan hermoso y a la vez doloroso, agonizante y hasta abrumador, placentero y de  momentos de satisfacción desbordante, sabor agridulce según el momento el día y la hora, según la ocasión celebración y temperamento de todos en general, algo indescriptible porque empiezas a contarlo con ternura y llegas a emocionarte hasta que tus ojos se nublan de lágrimas que no puedes contener.
Te pones a mirar esas fotos tan manoseadas y  envejecidas por los años aún estén coladas en un álbum también envejecido porque han pasado ya muchos años,  para los padres  el tiempo se ha detenido y prefieren guardar en la memoria reciente ese primer llanto al nacer, esas risas infantiles, ese primer diente que arrancaron, los primeros pasitos, las caídas y los primeros trajecitos que les compraron,  esas noches sin dormir o en el hospital, tantas carreras y asumir responsabilidades de todo tipo sin reclamos, reproches ni quejas, ese estar ahí para lo que haga falta sin ajuste de cuentas ni arrepentimientos porque un hijo es el mejor regalo del mundo, el que más se agradece y valora sin que importe lo que  venga después, amor incondicional, fiel, sincero, sin corta pisas, real y para nada cuestionable.  
El amor a un hijo es algo muy especial y por más que intente describirlo jamás podré conseguirlo,  casi mejor lo dejamos aquí porque igual se me han nublado los ojos  con lágrimas que vienen del fondo de mi corazón y ya  casi no puedo ver lo que escribo, eso es amor de madre y lo demás son tonterías!!  Sensibilidad navideña en la que afloran los sentimientos más puros que te invitan a valorar a la gente que amas aún en la distancia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario